viernes, 27 de mayo de 2011

Qué será?

Una de las primeras cosas que la gente te pregunta (y que yo misma hago) es por el sexo del bebé. Cuando les dices que aún no lo sabes entonces sacan su lista de "si...es una niña y si...es un niño". Me han dicho cosas como que: si tienes manchas es una niña, si quieres comer carne es un niño, si la barriga es alta es niña, si estás más guapa es niño, etc.

Tengo muchas amigas de otros países y es curioso oir cómo el listado varía según la cultura. Si son de centroeuropa apoyan la teoría de que las niñas "te roban la belleza" pero si por el contrario son de países árabes es el niño el que hace que te afees.

En el caso de Plastilina casi todo el mundo ha apostado porque iba a ser una nena y la mayoría se han apoyado en el hecho de que en mi casa las féminas ganan por goleada a los varones. He estado leyendo un poco sobre el tema para saber si es genético, hereditario o lo que sea la propensión a tener un bebé de uno u otro sexo y no he encontrado nada al respecto. Así que sigo pensando que es una cosa del hazar.

Otra de las preguntas típicas era: y tú qué crees que va a ser? Yo no tenía ninguna, pero ninguna corazonada al respecto y hasta casi que me sentía mal por no tener un indicio de despertar del instito maternal que te dijera lo que llevaba dentro. Con mi pareja pasó al contrario, él estaba muy convencido de que iba a ser una chica y me daba hasta más rabia pensar que él tenía una intuición y yo no.

La verdad es que me daba igual tener un niño o una niña porque, esa es otra cosa, a la gente le encanta preguntar qué prefieres. Tal vez con el segundo tenga alguna prioridad pero con el primero...me daba igual.

Creo que las dos cosas tienen su lado bueno: como en mi casa hay más chicas pues una más se sentirá más respaldada aunque un chico puede recibir más atención, dicen que las niñas son más responsables pero los niños más graciosos, algunas mamás dicen que es más divertido elegir la ropa de una niña que de un niño, etc.
Además, como no había nada que yo pudiera hacer (por más que quisiera el sexo ya estaba más que establecido) pues estaba contenta con las dos opciones.

Así que, entre que todo el mundo me preguntaba, que yo no tenía ni idea, que mi chico estaba tan seguro y que la curiosidad me corría fui a la visita de la semana 18 rezando para que se viera algo. Y se vio, bien rápido y bien clarito. Tengo hasta una ecografía con un círculo en boli alrededor de la zona delatadora. Al oir la noticia me alegré muchísimo, ya podía ir poniéndole una carita al bebé y hablarle usando "-a" al final de los adjetivos e ir pensando en un nombre...en fin, que salí con una sonrisa enorme y unas ganas locas de contárselo y todos.

Y eso fue lo que hice: tomé el teléfono y me puse a llamar a todos los miembros de mi familia y después a mis amigos, y después a conocidos y así hasta que más de una hora después y con el teléfono ardiendo en mi mano vi a mi chico. Tengo que decir que lo había llamado nada más salir de la consulta, él fue al primero al que se lo quería decir, pero me dijo que prefería esperar a oirlo en directo. Y claro...también se alegró mucho pero...la alegría desapareció un poco cuando se me escapó un comentario que había hecho mi madre sobre que iba a ser niña. "...ah, es que se lo has dicho a tu madre antes que a mí?" Upssss...patón de los gordos!!! Menos mal que mi cabeza funciona a la velocidad del rayo cuando se trata de buscar excusas (y mentiras). "Cariño es que ella me llamó para saber qué me había dicho el médico y no pude contenerme.Pero es la única que lo sabe" (Por Dios, espero que él nunca lea este blog!)

Me costó un poquito pero, al final, se quedó convencido y la cosa no paso a mayores. Y aprendí la lección! Desde entonces he tenido mucho cuidado de aguantarme las ganas y esperarme para darle a él primero las noticias relevantes a la llegada de Plastilina.

martes, 24 de mayo de 2011

Síntomas

La verdad es que Plastilina está ganando muchos puntos. No sé si será un poco como la tormenta antes de la calma pero, hasta ahora, no puedo quejarme de ella.
Siempre había oído historias para no dormir acerca de los síntomas del embarazado: náuseas, vómitos, mareos, malestar, antojos, olores que no se soportan, etc. Por supuesto a las mamás les encanta contar las cosas malas más que las buenas (en el tema embarazo) así que casi todo lo que había llegado a mis oídos habían sido calamidades.

Pero, cual fue mi sorpresa al ver que las semanas iban pasando y que a mí no me ocurría nada de lo mencionado. Durante un tiempo pensé: chica, no te alegres mucho que, cuando menos te lo esperas, viene todo junto y te vas a enterar. Y no ha sido así. A día de hoy puedo decir que sólo tres veces he tenido que ir al baño por problemas de estómago y las tres veces han estado justificadas. Es decir, que creo que estando o no embarazada los chipirones en su tinta que me comí no habrían sido del agrado de mi estómago y esa combinación helado, gaseosa, calor, caminata también me hubiera afectado en cualquier estado.

Claro que no todo ha sido perfecto: durante unos días estuve muy cansada, sentía la barriga tan tirante que parecía que iba a estallar, alguna que otra punzada en la espalda al vestirme, etc. Pero no son cosas que me hayan fastidiado enormemente y cuando me preguntan qué tal estoy ni las menciono. Además que pienso que la gente no quiere oir una retahíla de síntomas.

En resumen puedo decir que, si todos mis embarazos van a ser así, no me importaría tener unos cuantos más. 

jueves, 19 de mayo de 2011

Un día en un tren

Siempre he querido tener hijos pero hasta hace poco había otros planes más interesantes: terminar la carrera, conocer mundo, vivir la juventud sin ataduras, etc. Pero poco a poco el instinto maternal fue ganando terreno y llegó un punto en el que, cada vez que veía a un bebé, se me iban los ojos detrás y no dejaba de imaginarme cómo sería tener el mío propio.
Mi pareja, mucho más práctico que yo y sin las hormonas maternales revoloteándole, decía que aún no era hora, que todavía teníamos planes que llevar a cabo. Planes que no incluían un bebé.Al principio intenté convencerle pero llegó un momento en el que me cansé y en el que pensé que prefería que él llegara a la misma idea que yo sin tener que presionarle. Si íbamos a tener una criatura quería que ambos la deseáramos por igual.
Así que ese fue mi plan, dejarle tranquilo y esperar. Un día, en el tren, había una mujer con su hijo sentados cerca de nosotros. De pronto, mi pareja me miró y me dijo: "Si quieres ya podemos tener un bebé". Así de sencillo! Sin preparaciones, sin discurso romántico, sin acompañarlo de un beso apasionado. Nada. Pero esa simple frase, caída por sorpresa, fue la más bonita que había escuchado en mucho tiempo.
Fue de esta forma como empezó la espera de la que hoy es Plastilina. Que, por cierto, no se hizo de rogar. Yo creo que ella también estaba deseosa de llegar a nuestras vidas y, por eso, un mes después de ese viaje en tren
dijo: "Atención, que voy en camino". 

martes, 17 de mayo de 2011

Primero nos presentamos

Hola a tod@s!

Soy la mamá de Plastilina, un bebé de 30 semanas que ahora mismo está pataleando dentro de mi barriga. Este nombre, por supuesto, no es el real pero como aún no ha nacido la llamaremos así.
Desde el primer día que supe que crecía dentro de mí me propuse documentar todo. Más por ella que por mí, para que cuando fuera mayor pudiera saber cómo fue creciendo, qué cosas pasaron mientras tanto, cómo vino al mundo, etc. Cosas que mi madre no ha podido contarme a mí porque, sencillamente, no se acuerda.
Pero, como podéis adivinar, las semanas han ido pasando y yo, lo único que he hecho, ha sido ir guardando las ecografías para ponerlas en un álbum que sigue igual que cuando lo compré: envuelto en plástico.
Hoy me he levantado y me he dicho a mí misma que ya es hora de empezar con este proyecto, que los recuerdos se me están acumulando y que, cuando me dé cuenta, se me habrán olvidado o distorsionado.
Así que, aquí estoy, escribiendo un blog más sobre una mamá y su bebé.