viernes, 26 de abril de 2013

A mamá "ven"

La gente, cuando sabe que Plastilina es medio española medio austriaca, dice que es una suerte que vaya a ser una niña bilingüe: como si estar en contacto con dos idiomas te asegurara hablar ambos! La realidad es que supone un esfuerzo constante para que una lengua no acabe devorando a la otra. Porque, en la mayorís de los casos el hijo acaba entendiendo la lengua de la madre pero no la habla. 

Yo tengo muy claro que Plastilina va a saber mil veces mejor alemán que español pero también que haré lo que sea para que no sólo chapurre mi idioma sino que lo hable lo mejor que se pueda. No lo hago para que el día de mañana tenga más facilidades laborales o para que pueda viajar por toda Latinoamérica mochila en mano sin necesidad de diccionario. Lo hago sobre todo para que hable con mi familia.  No pienso estar de traductora simultánea cada vez que vamos a España o cuando llamemos a la abuela.

Esta, por cierto, parece que tiene un trauma con que la niña hable los dos. Ya desde que nació y oía a Chico decirle "subanestrujenbajen" ella me miraba y me decía: " Pobre criatura, si no sabrá lo que le está diciendo!". Con dos semanas no sabía ni lo que le decía su padre ni lo que le decía yo. Ella sólo sabía que quería teta y punto.

El otro día volvimos a tener un comentario de ese estilo. Yo estaba muy orgullosa porque había conseguido que Plastilina en lugar de decir "komm" me dijera "ven". Ella estaba en la trona jugando a lo que está siendo el juego de la semana: abre y cierra el cinturón de la trona. La verdad es que ha conseguido dominarlo casi mejor que yo. El caso es que yo estaba planchano y ella sentada en su trona liada con el cinturón. Cuando se cansaba de que no le saliera me decía "mama, komm". Yo iba y la ayudaba. Así hasta que a la tercera o cuarta vez mi botón de mi-hija-hablará-español-porque-lo-digo-yo se encendió y me dije: nanai de la China, esto lo paro antes de que siga con el alemán conmigo. Me planté delante y le dije: No, no, a mamá komm no, a mamá, ven (con gesto de ven incluido). Pues oye, lo pilló al vuelo. A partir de entonces no salió un "komm" más de su boca. Claro, que me pasé la siguiete hora escuchando "men, men" (es que bien, bien, aún no le sale) cada dos minutos.

Todo esto venía a lo siguiente: le cuento a mi madre mi victoria y va y me dice: "Pero hija, pobre chiquilla, la vas a volver loca, qué te hable como quiera" Ya, claro, y cuando te diga a ti: "Oma, ich will keine Kroketten mehr" qué hacemos?



martes, 23 de abril de 2013

Leyendo libros

El otro día una amiga que está en mi misma situación, extranjera casada con austriaco, me decía que tanto su hija como su marido se ríen cuando le lee cuentos en alemán. Y claro, yo le pregunté que por qué leía en alemán y no en español que es su lengua materna. Me dijo que porque los libros están en alemán.  ¿Y? Los míos están en inglés, en alemán, en español y, creo, que tengo uno hasta en frances (idioma que para nada hablo). ¿Cuál es el problema? Yo todavía no le leo libros a Plastilina lo que hago es comentarle los dibujos, le explico lo que vemos, lo que hace el mono, la cara que pone el elefante, etc. A Plastilina le encanta y ella misma colabora "leyendo" también. 

Chico, sin embargo, tiene otra táctica: va señalando con su dedo el texto y leyéndolo en voz alta. No se salta ni una palabra (cuadriculado que es).  De hecho, a veces, Plastilina me toma mi dedo y lo pone encima de las letras, me imagino que esperando a que yo haga lo mismo que su papá.

A ella no parece importarle que cada uno tengo su método y se ajusta a lo que hay. Tengo claro que, sea como sea, a ella lo que le gusta es estar acurrucada con la atención de su padre o de su madre puesta en ella.

De nenas y leones

Ultimamente hemos descubierto un nuevo juego que a Plastilina le vuelve loca y que ayuda mucho a que aguante en el carrito: buscar nenas y leones. Sí, sí, como lo escribo. Resulta que el paseo que lleva de mi casa a la guardería tiene muchos edificios antiguos cuyas fachadas están decoradas con figuras de mujeres, angelitos, monstruos, etc. Así que nos pasamos todo el camino buscándolos. A veces incluso cambiamos de acera para que los pueda ver mejor.

Es muy divertido porque tengo que estar explicándole donde están: "arriba, encima de la puerta, al otro lado" con lo cual algo de vocabulario trabajamos y porque ella pone una cara muy concentrada que se le ilumina cuando encuentra por fin una nena. 

Siempre me ha gustado mirar edificios pero ahora les presto mucha más atención y me fijo en cosas que antes pasaban desapercibidas.


jueves, 18 de abril de 2013

Grupo de juego

Hace poco más de un mes que comenzamos nuestro "Grupo de juego" y ayer fue nuestra última vez. La verdad es que se me ha pasado muy rápido y estoy contenta porque me ha gustado más de lo que me esperaba. Sobre todo ahora puedo hablar con un poco más de conocimiento de causa de los famosos "Spielgruppen" al que todas las madres (casi siempre austriacas) se apuntan. 

Estos grupos consisten en mamás que van con sus nenes para jugar. Los hay de varias temáticas, musicales, de movimiento, de natación, etc. y para distintas edades (sobre todo para menores de 3 años). Se suelen hacer en lo que se llaman "Centros de padres y niños", son una vez a la semana, hora y media y cuestan unos 40 o 50 euros. 

El nuestro era de pedagogía motórica y aquí el punto fuerte era que los críos se movieran (algo que siempre hacen pero esta vez en grupo, dirigido por una pedagoga y pagando por ello). Nuestras sesiones, o como se llamen, eran así: primero todos nos ponemos en círculos y cantamos una canción de bienvenida donde se saluda a cada niño. En plan: "buenos días Plastilina, qué bien que estás aquí, te saludamos con pies y manos" (traducción adaptada del original por mí). Todo esto con unas voces sacadas de poco más que un coro. Qué bien cantan todos por aquí!

Después cantábamos una canción mientras corríamos por la sala haciendo cosas como agacharse, estirarse, dar palmadas, etc. Esta era la parte favorita de Plastilina porque todo lo que sea música le encanta. Es más, todo el rato quería irse a la radio para hacer de dj y darle al botón del play. 

Seguidamente jugábamos, o bien al juego del globo (en círculo, de la mano, hacemos como que soplamos y nos vamos estirando, estirando hasta que el "globo" explota) o bien a los aros (hoola hops en el suelo, bailamos por la sala y cuando para la música hay que entrar en uno y hacer algo tipo saltar, aullar, arrastrarse...). 

Y ya pasábamos a la fase "circuitos": que si una colchoneta para saltar, que si trepar por la espaldera, que si caminar sobre unas barras, etc. Los niños iban sin orden ni concierto de una cosa a la otra mientras que algunas madres (sobre todo al principio) les ayudaban y otras se reunían en corrillo para hablar con otras mamás (pasado un rato todas hacían esto). 

Al final de la clase venía otra canción:" El saco del molinero". Esta vez las madres, por parejas, tomaban una manta por las puntas, un niño se tumbaba en ella y las madres lo balanceaban cual saco de patatas mientras cantaban la canción del molinero. 

Y ya, lo último, último, era hacer de nuevo un corro y cantar una canción de despedida "qué pena que te vas, espero que estés contento, nos vemos otra vez, qué maravilla" (traducción y, sobre todo adaptación, de nuevo por mí misma). 

Tras tanto ejercicio durante una hora había que reponer fuerzas. Como para entonces ya era casi la hora de comer por aquí (las once) pues nos íbamos al salón del centro este de padres y comíamos. Nunca me enteré muy bien de cómo se organizaba esta parte el caso es que a mi mitad de curso me di cuenta de que a veces alguien llevaba pan y a veces otra mamá fruta. Así que yo también llevé cosas sanas para el grupo. 

Porque vamos, qué sano que hemos comido siempre: fruta, pan integral con mantequilla y mermelada, yogur, agua...y café para las mamás. Yo cada vez que veía a un nene comiendo un trozo de pan y otro trozo de plátano me acordaba de los recreos en España: donuts, bollicaos, pan con nocilla, galletas maría...lo que menos había era fruta!

A las once y media todas recogíamos y hasta luego. Nada de: nos vamos de tapitas? os apuntáis a una cervecilla en el bar de la esquina? a qué horas quedamos en el parque? No, no, que eso no se hace aquí. 

Haciendo balance del grupo pues...bueno...no ha estado mal. Plastilina se lo ha pasado bomba y eso es lo que cuenta. No ha hecho amiguitos nuevos (ni yo tampoco) pero no creo que lo eche de menos. Yo he aprendido un par de canciones, me he ahorrado la guardería un día a la semana y mi bolsa de aseo está llena de muestras gratuitas de champú, gel, leche hidratante, etc para  niños ( en serio que las daban gratis, lo ponía en el cartelito del baño y  no decía que no se podían tomar más de una).

En fin, que me veo yendo de nuevo en mayo cuando comience la segunda tanda. Más que nada para ver si me pega algo de esas voces corales. 




lunes, 15 de abril de 2013

Viaje de Semana Santa

Antes de que tuviéramos a Plastilina viajábamos mucho. Hemos hecho viajes cortos, largos, programados, a la aventura, a ciudades, a la playa...Cuando nos convertimos en una familia de tres nos preguntamos si sería posible compaginar esta pasión con tener una niña. 
Muchas de las madres que conozco dicen que no se puede viajar con niños y que estábamos locos si pensábamos que íbamos a poder ni siquiera hacer una excursión de un día a alguna ciudad. 
Al final nos decidimos por intentarlo y, si no funcionaba...pues tendríamos que esperar a que Plastilina fuera más grande. 

Y, bueno, tengo que decir que no ha sido y no es fácil pero que se puede, perfectamente ir de viaje con ella. Lo mismo que antes teníamos en cuenta los intereses y las necesidades de que cada uno (a mí me encanta patearme una ciudad mientras que Chico se harta andando; él se lee cada letrerito que encuentra en un museo y yo soy más selectiva; él quiere tranquilidad por la mañana y a mí me falta tiempo para salir a la calle ) ahora hay que tenerla en cuenta a ella también. Es decir, tenemos claro que vamos a madrugar, que hay que seguir los horarios de comida, que no pasaremos horas caminando, que hay que ir al parque o a un zoo, etc. 
Sobre todo hay que recordar que, lo bueno de un viaje, es que podemos pasar tiempo juntos y disfrutar de estar los tres en familia. 

Bueno, en realidad lo que yo quería contar es nuestra Semana Santa que, como se puede adivinar, la hemos pasado fuera. Estuvimos toda la semana en Alemania porque al estar justito al lado podemos ir en tren. 

Y es que el tren es, con diferencia, el mejor medio de transporte para ir con Plastilina. Para empezar hay vagones especiales para niños. Algunos tienen un pequeño "cine", otros un área de juegos, otros son más amplios que los normales y cuentan con cambiador y mesa. 
Después tienes mucho más espacio y puedes dar paseos. Ves el paisaje. Puedes hacer una pausa en el vagón restaurante. No hay límite de equipaje. En fin, un placer!.

Lo de no tener límite de equipaje es lo que más en serio nos tomamos porque parecía que nos mudábamos para siempre. Llevábamos una mochila con juguetes, una con pañales y ropa extra, otra con comida (tortilla de patatas incluida), otra para entretener a los mayores (que si ebook, que si portátil, que si revista). Eso mas dos maletas mas el carrito.

La pobre de Plastilina no eligió mejor momento para ponerse enferma que ese día. Le dió mucha fiebre y tos. Así que pasó la mayor parte de las ocho horas adormilada en mis brazos. Qué pena daba verla! Pero qué viaje más tranquilo!

La fiebre le duró dos días más y la tos aún la lleva arrastrando con lo cual este viaje ha incluido una visita al pediatra, una compra en la farmacia, horas extras de imsonio y muchos pañuelos de papel. Ah, y mis ojeras han aumentado considerablemente. Pero bueno, eso que dicen que los niños incluso enfermos tienen energía es verdad y Plastilina ha seguido

En líneas generales puedo decir que Austria está mucho mejor preparada para viajar con niños que Alemania. Aquí es más fácil encontrar tronas en los locales, cambiadores en los baños, ascensores en las estaciones de metro y tren, locales con zonas para niños o incluso cafeterías para familias.Creo que no sería mala idea investigar un poco antes sobre estas cosas para que así la visita se haga más fácil. En mi caso no lo hice pero lo tengo apuntado para la próxima vez.

Otra cosa que hay que tener en cuenta es el tipo de alojamiento. Estuvimos pensando mucho si tomar un hotel o alquilar un apartamento. Al final nos decidimos por lo segundo ya que es más cómodo tener una cocina en la que calentar el biberón de Plastilina que tener que estar saliendo a la calle a las 6 de la mañana en busca de una cafetería. Y sí, fue una buena decisión porque así pudimos desayunar y cenar a nuestro antojo. Creo que es algo que volveremos a repetir.

Lo que sí hemos descartado por completo para futuros viajes es ir a una ciudad entre octubre y abril. Es decir, a no ser que vayamos al caribe Chico dice que se niega a ir a cualquier sitio porque siempre pasa frío. Sí, esta vez le doy la razón porque, la verdad, es que nos hemos congelado. Sobre todo la pobre de Plastilina que llevaba tanta ropa encima que a penas se podía mover en el carrito.

Total, que he hecho una lista para que no se me olvide la próxima vez qué es bueno hacer y qué no, qué hay que considerar y qué hay que planear bien, bien, bien antes de coger los bártulos.